Partiendo de lo obvio, la digitalización del sector financiero no es una tendencia más a la que adaptarse. Para el sector asegurador la digitalización implica reescribir su modelo de negocio.
La industria aseguradora innova constantemente para satisfacer las necesidades y demandas, siempre cambiantes, de sus clientes. Los cambios tecnológicos están modificando drásticamente las expectativas del consumidor de seguros frente al asegurador tradicional y están permitiendo a las startups llevar sus innovaciones al mercado de una forma mucho más rápida.
Para los supervisores, el uso de las nuevas tecnologías les permite conocer mejor a las entidades y luchar, por ejemplo, contra el blanqueo de capitales. Pero, a la vez, esas mismas nuevas tecnologías también les exponen en mayor medida a un ciberataque.
Tanto los supervisores como los legisladores tienen un papel crucial a la hora de garantizar que los consumidores y la industria aseguradora saquen el máximo provecho al fenómeno de la digitalización. Para ello deben, por un lado, encontrar el equilibrio perfecto entre la salvaguarda de un alto nivel de protección de los consumidores, garantizando el juego de la libre competencia; y por otro, eliminar los obstáculos regulatorios, alentando a su vez la innovación tecnológica. Tarea nada fácil.
Así, las legislaciones española, europea y global deberían de liberarse de formalismos que si bien tenían su razón de ser en el pasado, resultan incompatibles con los nuevos tiempos. El consumidor demanda productos sencillos y fáciles de adquirir. La obligación de las aseguradoras es trabajar para conseguirlo, pero para ello necesitan el respaldo de los legisladores y los reguladores. Lo ideal sería contar con una normativa que sea tecnológicamente neutra.
«Las legislaciones española, europea y global deberían de liberarse de formalismos que si bien tenían su razón de ser en el pasado, resultan incompatibles con los nuevos tiempos»
De momento, Estados Unidos y China están liderando el proceso. La Unión Europea debería promover más la investigación y el desarrollo de estas nuevas tecnologías para evitar que la competitividad de la economía e industria del bloque comunitario queden a la zaga.
Otro beneficio a tener en cuenta de la mejora tecnológica es el avance en la detección del fraude al seguro. Lamentablemente, este no es un problema menor, pues se estima que, en Europa, existe un fraude detrás de un 10% de las indemnizaciones otorgadas. Y hay que recordar que este dinero es sufragado por el resto de los clientes de seguros. La digitalización y el uso del análisis de big data hacen posible una mejor y mayor detección de los comportamientos antisociales y delictivos, como el fraude.
Finalmente, en este ámbito, Insurance Europe acaba de hacer público un documento relativo a la utilización de big data por el sector asegurador europeo. El documento elaborado, que tiene la forma de ‘Preguntas y Respuestas’, pretende explicar el uso que el sector hace de ellos y los beneficios que dicha utilización puede tener para los consumidores. Es por ejemplo el caso de los seguros de automóviles, donde en determinados productos permiten hacer una mejor tarificación del riesgo, lo que en ocasiones puede traducirse en un ahorro para sus clientes.
Por otra parte, este informe pone de manifiesto la amplia variedad normativa que se aplica en la UE relativa a la utilización de big data, como son las normas sobre protección de datos personales, la distribución de seguros, la venta a distancia o la igualdad de trato. En opinión de la federación europea de asociaciones de seguros, no parece necesario adoptar una normativa específica que venga a regular estos aspectos, pues lo único que podría tener por consecuencia es un freno a la innovación aseguradora.
Para acabar, como posibles consumidores digitales que somos todos, son dos los aspectos en los se debería poner especial hincapié para aumentar nuestra confianza en la realización digital de operaciones: un cumplimiento exquisito de la normativa sobre protección de datos y una mayor concienciación en materia de ciberseguridad por parte de las empresas que ofrecen esos productos.