Desde la suscripción de un seguro a la tramitación de un posible siniestro, la IA está transformando radicalmente el sector asegurador. En este sentido, actualmente, existe un interés a nivel global en que el uso que se hace de la tecnología se haga forma justa y ética. Ante esta situación, las empresas deben tener la capacidad suficiente de poder explicar con precisión el origen de sus datos y cómo se aplica la IA en toda su estrategia y operaciones, especialmente a medida que se intensifica la presión reguladora y los asegurados exigen, cada vez más, transparencia en las pólizas, los precios y los procedimientos de los seguros.
En abril de 2021, la Comisión Europea presentó un nuevo proyecto de Ley de Inteligencia Artificial de la UE, en el que se esbozaban normas para el desarrollo, la comercialización y el uso de productos y servicios basados en la IA, de cualquier empresa que opere en la UE independientemente del sector.
Esta Ley introduce un marco que permite agrupar esta tecnología en cuatro categorías basadas en el nivel de «riesgo» de la aplicación. El objetivo es claro: fomentar el desarrollo de sistemas de IA responsables y fiables, desde la primera línea de código. Por tanto, se prohibirá el uso de aplicaciones de IA que creen un «riesgo inaceptable», es decir, aquellos de identificación biométrica en espacios públicos o aplicaciones de puntuación social.
El sector asegurador está muy regulado en la mayoría de los mercados, con algunos marcos normativos que ya cubren los usos de la IA. Sin embargo, el borrador actualizado de la Ley de IA de la UE, publicado en noviembre de 2021, clasifica los «sistemas de IA destinados a ser utilizados con fines de seguros» en la categoría de alto riesgo. En concreto, aquellos «sistemas de IA destinados a ser utilizados para la fijación de primas de seguros, suscripciones y evaluaciones de siniestros». Por lo tanto, hay que tener en cuenta que, si estos sistemas no se diseñan, desarrollan y utilizan debidamente, pueden tener graves consecuencias para la vida de las personas, incluida la exclusión financiera y la discriminación.
Aunque es cierto que la Ley de Inteligencia Artificial de la UE tardará en entrar en vigor, países como España pretenden poner a prueba voluntariamente a empresas donde la IA es parte vital de su core durante el próximo mes de octubre. Durante este periodo, las organizaciones podrán probar la tecnología IA en sectores como el asegurador, la sanidad o la educación, por ejemplo, de acuerdo con las normas establecidas en la Ley de IA de la UE y con la supervisión de los reguladores.
Según el medio digital Político, el proyecto español pretende dar ventaja a las startups y medianas empresas europeas, las cuales constituyen una gran parte del tejido económico de Europa, en un momento en que la innovación en inteligencia artificial está impulsada, en gran medida, por las grandes empresas tecnológicas, como Google, Microsoft, IBM y Meta.
Aún falta mucho tiempo para que esta ley entre en vigor, sin embargo, instaurar políticas y procedimientos éticos internos en materia de IA es un buen primer paso. Para ello, las empresas deben identificar a las principales partes interesadas y hacerlas partícipes en la creación de estas políticas, en concreto, las que dirigen la estrategia y el desarrollo de los proyectos de IA. En este escenario, es casi imprescindible establecer un sistema de gobierno interno, incluso si se trabaja con proveedores externos para el desarrollo de la IA. Estos equipos deben participar desde el principio y ayudar a identificar cualquier riesgo potencial de la IA.
En definitiva, las empresas deben comenzar a pensar ya en lo que pueden hacer para prepararse y cumplir con las políticas éticas de la IA.
Sobre el autor del artículo
Julio Pernía es CEO y cofundador de Bdeo.
Su primera incursión en el mundo de la innovación comenzó cuando se incorporó al CERN como programador en 2002. Tras su regreso a España, trabajó como consultor para Lucent Technologies y Telefónica, y colaboró con AENA en el proyecto SESAR para la Comisión Europea.
Licenciado en ingeniería de telecomunicaciones, comenzó su carrera como emprendedor en 2006 con la fundación de su primera empresa insurtech, a partir de la cual su equipo desarrolló orgánicamente Reparanet. En 2017 cofundó Bdeo.